sábado, 1 de febrero de 2020

ALAS por Marianela Velarde Villa.


    


                                                               ALAS
                                                                             
                                                                                                    “Alas y actitud por siempre”. 

                           
                                      
           

      Era una tarde más pero sin dudas la más bella. Por el ventanal podía ver el camino  con flores blancas hasta la tranquera, que con el verde césped eran un cuadro perfecto; unos goterones levantando el aroma de tierra mojada, mientras un viento travieso mecía los tapices en la galería y los pájaros se guarecían en los pinos. Todo indicaba lluvia, de las que invitan a sentarse en el living con un buen libro, cafecito y chocolates. Un hilo de luz enceguecedor rasgó el firmamento desde la tierra hacia lo infinito, seguido de un estruendo que me dejó sin respiro y sentí caer el agua con furia en la Estancia.
     En ese instante, me vi en recuerdos siendo niña, chacoteando en los charcos tratando de atrapar mariposas y  corriendo con los brazos extendidos al cielo… Lo feliz,  valiente y libre que era. Me vi con las trenzas mojadas, el agua corriendo por mi rostro sonriente y mis ojos desbordando vida…  
     Recordé que si hay personas bendecidas en la vida, yo soy una de ellas. Nací en los quebrachales, en la tierra arisca de Anta, mi amada Salta- Argentina y a Tatita Dios gracias, en cuna gaucha. En tierras del coleto, espuelas y guardamontes, donde las guitarras, bombos y violines engalanan el aire, donde por las noches se siente rugir el Río Juramento, el chillido de coyuyos y algún tropel de caballos.
     Mi niñez fue tremendamente mágica; casas de muñecas y bibliotecas con colecciones de libros de cuentos clásicos y enciclopedias en las que viajé por el mundo… las mejores amigas y primas con quiénes jugamos a ser maestras, abogados, médicos, reinas y princesas, ¡siempre las mejores del mundo!   Tuve el amor incondicional de mi madre Juana, de mis tíos Luisa y Pipo,   de mis abuelos y de un ángel  llamada Petrito, que colmaron mis días de colores y risas, malcriándome hasta el hartazgo. Tuve padre y a la vez no lo tuve, en definitiva fue una relación de nada, a pesar del respeto y cariño que siempre hubo. Tuve una infancia privilegiada, no había celulares ni computadoras, pero había rondas de amigos en las veredas, paseos en bicicleta, campeonatos de bolillas, canje de  figuritas repetidas, caballos y pistolas de palo siendo la mejor pistolera se haya visto y solía sentarme en una carretilla, para que mis primos me pasearan por las calles y como una soberana reina tiraba besos… tremendamente audaz. Me gustaba dibujar, pintar, escribir y leer muchísimo, mis grandes romances fueron con los libros. Hablando de amor, me enamoré  de mis primos lejanos, que estaban vedados y así, todo ese amor platónico terminó siendo nada.
      Mi abuela paterna fue sin dudas la mejor abuela. Ella era la cita segura de todas las tardes con aroma a maíz tostado, mazamorra y mates cebados con pan casero, mientras leía la Biblia y me hacía rezar el Santo Rosario pidiendo por toditos los muertos y enfermos. Su casa era la casa del pueblo, rodeada de parras, manzanos, cítricos, duraznos y plátanos. Allí se dictaba Catecismo y se hacían los Pesebres vivientes. Con ella hice el viaje más quijotesco, viajar en tren atravesando medio país; no volví a viajar en tren, pero es uno de los mejores recuerdos que guardo y si me hubiese invitado a la luna, sin dudas hubiese ido.
     Mi abuelo materno, gaucho de cuna tenía una estampa imponente. Era culto y respetado; político de la Unión Cívica Radical, que llegó a Intendente de la ciudad con la honorabilidad y humildad de los grandes.   Su escritorio era un templo de libros y diarios que mi abuela cuidaba. Ellos eran muy compañeros, los domingos solían ir a Misa al pueblo, en un sulky tirado de caballos criollos y él siempre vestido de gaucho, con su sombrero alado negro y nuestro bendito poncho salteño. Las visitas a su Finca era compartir con mis primos las más insólitas travesuras; sacarle cigarrillos a los tíos mientras dormían la siesta, montar a caballo hasta el río y volver llena de usapucas, bañarme en el canal y hacer casas en los árboles. Jamás tuve miedo… a nada ni a nadie. A los tres años subía a la mesa y cantaba la Marcha Peronista que sonaba por la radio,  mientras toda mi familia radical se infartaba.  
          A los cuatro años me escapé por la ventana de mi habitación y fui sola en piyamas a la Escuela del pueblo, a inscribirme en Jardín de Infantes y quedé como alumna. Mis compañeros del Colegio fueron los mejores, estudiosos y creativos… las carrozas eran semanas de hacer flores de papel y engrudo, donde los más genios lograban darle formas majestuosas… el diario “El sapo ronco” ¡era para balcones! Y haciendo honor a nuestra Salta no faltaron los músicos y cantores.
     Un día nos fuimos del pueblo Gaona por razones laborales de mi madre; no lloré y tampoco me despedí, porque en cierto modo, nunca me fui. A pesar de los años y del tiempo transcurrido, mi corazón aún late en sus calles.
     La universidad Nacional de Tucumán fue mi más bello sueño cumplido; en esas aulas tuve los mejores Profesores que me enseñaron a pensar, crear y sentir el amor por los derechos, y tuve también abnegados y buenos compañeros. La Residencia universitaria religiosa para señoritas, fue el paraíso perfecto para lograr el éxito y forjar las grandes amigas de mi vida.
     De pronto, paró la lluvia y me encontré frente al espejo del living y mirándome hasta el alma me pregunté ¿en qué retoño se durmió mi valentía, libertad y felicidad? ¿En qué retoño  me quedé sin alas?  Mis ojos empañados brillaban más que nunca, nacida en los quebrachales solo podía ser quebracho. Varios años alejada de todo en la Estancia, mi vida se plasmó en un instante y ese día, en ese momento, supe que esa niña había vuelto para abrir sus alas, para ser y dar de ahora en más, aquello por lo que vino al mundo. 


5 comentarios:

  1. Agradezco de corazón a mi querida sobrina Alejandra Armas Villa y a su esposo Ricardo Aguirre, por la foto de nuestra bella Martina. Mil gracias!♡

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  3. EL REFUGIO DE LA MUSA

    Amanece en El Refugio de la Musa, en La Caldera, casi tres kilómetros más allá desde donde termina el pueblo.
    Me visto sin hacer ruido y sigiloso salgo a la galería, a observar como mudo espectador la naturaleza.
    Los duendes espían dentro de las gotas de lluvia atrapadas en los pétalos los deseos y sueños prohibidos de las musas y las hadas.
    Desde lejos llega como un murmullo el bramido del río, que se va apagando a medida que se acrecienta la luz de un nuevo día.
    Los pepiteros de collar, los cerqueritos –con sus tocados a rayas blancas y negras-, una pareja de cardenales curiosos, una reinamora y un benteveo, miran desconcertados en todas direcciones y endulzan el aire desde las tupidas ramas de la enorme morera ubicada hacia el oeste de la casa. En sus cantos revelan los secretos que les han contado Pachamama y los espíritus de la naturaleza durante la última noche, pero solo los chamanes y las brujas entienden lo que dicen… y no todos.
    El olor a tierra mojada inunda el aire, y comienzan a celebrar los coyuyos en las ramas, sabedores de que el calor será agobiante en pocas horas.
    El cielo permanece gris, pero al observar con atención se adivinan algunas nubes un poco más bajas que las demás, jugando con sus formas cambiantes a enviarnos crípticos mensajes.
    Se agolpan tantas cosas en mi mente que me doy cuenta y llego a convencerme que la lluvia de anoche no fue de agua, sino de inspiración.
    Recién ahora, sumergido en el paisaje, bombardeados mis sentidos por todo tipo de estímulos, comprendo que el nombre del lugar no ha sido fruto de la casualidad, mucho menos de un capricho humano.
    Las casualidades no existen, y la Musa nunca permitiría que el capricho de un simple mortal pusiera nombre a su refugio.
    Ha sido obra de ella, y convenció al mortal de que él ha sido el artífice.

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  4. Felicitaciones Dra Velarde Villa!! una GENIA TOTAL Ud!! lluvia de éxitos y bendiciones!!

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